Y desde los rincones de una vida agusaneada por coyunturas y cuestiones de compromiso, se ha fermentado el germen del arte, que renace en medio de la decadencia y la podredumbre de falsos profetas y caudillos, poniendo en su alma el juramento secreto y místico de servir a motivos egoístas y filantrópicos o exterminadores. De ese proceso químicoartístico se levantan como gusanos inmortales los artistas EKISISTAS que hoy le damos al mundo la oportunidad de temblar ante nuestra sorpresiva aparición y que sin pelos en la conciencia declaramos:
Que somos ante todo artistas hipócritas que vivimos con los demás dentro de la sociedad en la que luchamos por pasar inadvertidos sin alcanzar el éxito que realmente no anhelamos. Solemos sentarnos en el sillón papal con ideas geniales en la mano. Frente a un trozo de papel nos corrompemos, dejamos brotar nuestros pensamientos, eyaculamos ideas y nos masturbamos con la profundidad o estupidez de cada renglón o verso, sacamos el Mr. Hyde que llevamos dentro que se dedica a exaltar el amor y otras porquerías que no lo son.
Somos los hijos bastardos de poetas del pasado, somos pocos con el corazón y el espíritu y del pueblo desilusionado y burlesco. Nuestras letras son producto del asco que nos produce el amor y el amor que nos produce el asco. Reconocemos a la mujer y a la poesía como fuente inagotable de amor sin lujuria, de lujuria sin amor y en el más perfecto de los casos como una mezcla adictiva de ambos, dando como resultado el orgasmo cósmico que nos negó la naturaleza, porque nos aficionamos a otras cosas antes que a ella, que nos rechazó con un miedo virginal que le hizo imaginarnos escribiendo versos desnudos o haciéndole el amor a otra mujer que nos parecía más deseable.
Nos orgullecemos de ser ateos e ignorantes gramaticales, profetas de nuestro propio caos literario. Sólo creemos en la métrica del universo, los parámetros del espíritu y la musicalidad de un alma oscurecida, propia de un artista EKISISTA No pertenecemos a nada diferente a la vida y a los placeres carnales o espirituales que ella con las piernas y la conciencia abiertas está dispuesta a ofrecernos.
Somos los quijotes de la era internauta, creemos en la ciencia de la imaginación y en el amor, nos gustan las historias de magia negra en que los vampiros recorren los fríos asfaltos urbanos, protegiendo su malvada integridad con el manto nocturno tejido por la luna y su hija, quien al igual que nosotros alucina secretamente con el sensual brillo de su madre, deseando una incéstica, lésbica y selenita fornicación.
Hemos dejado junto a nuestra ropa interior, sucia y roída por el tiempo, la creencia en causas justas o injustas. En el pasado se quedó la internacional, el padre nuestro y el himno nacional; la pertenencia huyó cuando intentamos hurgarle entre las piernas y nunca más volvió a llamar o a escribir. Hemos dejado de desear cambiar el mundo, entendimos que es imposible invitarlo u obligarlo a que se destruya, se ignore o se corrompa, porque solito y sin ayuda ha encontrado ese camino. Tampoco podemos incitarlo a ser bueno, a amarse, a que busque la redención o que retome los santos caminos de alguna doctrina, el mundo ya se negó esa otra oportunidad. No nos queda más que reírnos en su cara de lo que es, de sus tradiciones, o de sus sueños.
Hoy el concepto de comunidad o la idea de una nueva sociedad no nos suena a nada diferente que masa amorfa y estúpida, que se confinó a la ignorancia o las causas perdidas. Los invitamos a quemar en la hoguera del desprecio al capital, la constitución, el catecismo y la biblia; los libros que se mancharon con sangre cuando le violaron al pueblo su buena voluntad. Ahora tiemblen porque somos gotas de tinta negra nacidas de una peligrosa nube de H2SO4 que caeremos como látigo espinoso para castigar de manera exquisita las mentes vestidas de gris o rosa por el sucio vicio de odiar la soledad del individuo y buscarla en doctrinas e “ismos” igual de ridículos.
Ahora que salimos de la guarida de las convenciones, atacaremos a traición la retórica y la política, la religión y el silencio. Cruzaremos el umbral de lo censurado, fornicaremos con nuestro arte, nos embriagaremos con el sentimiento mientras alucinamos y nos intoxicamos con cada verso o renglón que brote dentro de esta, nuestra lógica de poetas divertidos.
LOS POETAS EKISISTAS
Que somos ante todo artistas hipócritas que vivimos con los demás dentro de la sociedad en la que luchamos por pasar inadvertidos sin alcanzar el éxito que realmente no anhelamos. Solemos sentarnos en el sillón papal con ideas geniales en la mano. Frente a un trozo de papel nos corrompemos, dejamos brotar nuestros pensamientos, eyaculamos ideas y nos masturbamos con la profundidad o estupidez de cada renglón o verso, sacamos el Mr. Hyde que llevamos dentro que se dedica a exaltar el amor y otras porquerías que no lo son.
Somos los hijos bastardos de poetas del pasado, somos pocos con el corazón y el espíritu y del pueblo desilusionado y burlesco. Nuestras letras son producto del asco que nos produce el amor y el amor que nos produce el asco. Reconocemos a la mujer y a la poesía como fuente inagotable de amor sin lujuria, de lujuria sin amor y en el más perfecto de los casos como una mezcla adictiva de ambos, dando como resultado el orgasmo cósmico que nos negó la naturaleza, porque nos aficionamos a otras cosas antes que a ella, que nos rechazó con un miedo virginal que le hizo imaginarnos escribiendo versos desnudos o haciéndole el amor a otra mujer que nos parecía más deseable.
Nos orgullecemos de ser ateos e ignorantes gramaticales, profetas de nuestro propio caos literario. Sólo creemos en la métrica del universo, los parámetros del espíritu y la musicalidad de un alma oscurecida, propia de un artista EKISISTA No pertenecemos a nada diferente a la vida y a los placeres carnales o espirituales que ella con las piernas y la conciencia abiertas está dispuesta a ofrecernos.
Somos los quijotes de la era internauta, creemos en la ciencia de la imaginación y en el amor, nos gustan las historias de magia negra en que los vampiros recorren los fríos asfaltos urbanos, protegiendo su malvada integridad con el manto nocturno tejido por la luna y su hija, quien al igual que nosotros alucina secretamente con el sensual brillo de su madre, deseando una incéstica, lésbica y selenita fornicación.
Hemos dejado junto a nuestra ropa interior, sucia y roída por el tiempo, la creencia en causas justas o injustas. En el pasado se quedó la internacional, el padre nuestro y el himno nacional; la pertenencia huyó cuando intentamos hurgarle entre las piernas y nunca más volvió a llamar o a escribir. Hemos dejado de desear cambiar el mundo, entendimos que es imposible invitarlo u obligarlo a que se destruya, se ignore o se corrompa, porque solito y sin ayuda ha encontrado ese camino. Tampoco podemos incitarlo a ser bueno, a amarse, a que busque la redención o que retome los santos caminos de alguna doctrina, el mundo ya se negó esa otra oportunidad. No nos queda más que reírnos en su cara de lo que es, de sus tradiciones, o de sus sueños.
Hoy el concepto de comunidad o la idea de una nueva sociedad no nos suena a nada diferente que masa amorfa y estúpida, que se confinó a la ignorancia o las causas perdidas. Los invitamos a quemar en la hoguera del desprecio al capital, la constitución, el catecismo y la biblia; los libros que se mancharon con sangre cuando le violaron al pueblo su buena voluntad. Ahora tiemblen porque somos gotas de tinta negra nacidas de una peligrosa nube de H2SO4 que caeremos como látigo espinoso para castigar de manera exquisita las mentes vestidas de gris o rosa por el sucio vicio de odiar la soledad del individuo y buscarla en doctrinas e “ismos” igual de ridículos.
Ahora que salimos de la guarida de las convenciones, atacaremos a traición la retórica y la política, la religión y el silencio. Cruzaremos el umbral de lo censurado, fornicaremos con nuestro arte, nos embriagaremos con el sentimiento mientras alucinamos y nos intoxicamos con cada verso o renglón que brote dentro de esta, nuestra lógica de poetas divertidos.
LOS POETAS EKISISTAS
Parece que los poetas divertidos en realidad son unos pobres melancólicos arrojados a la simple tarea de ver el mundo pasar, ver el mundo pasar con su inmundicia, y que creen que por creerse sentados a un lado, sólo pueden ver esa inmundicia mientras van fornicando y finalmente no se dan cuenta que en medio de su carrera donde nada va a ningún lado, donde los han abandonado todos los sueños, o ustedes los abandonaron a ellos? ustedes mismos reproducen y también hacen parte de la autoría de esa inmundicia...
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